viernes, 18 de marzo de 2011

No te levantes.



Se despertó y al abrir los ojos su mundo giró de tal manera que no pudo más que sacar medio cuerpo de la cama y vomitar. Se arrastró como pudo hasta el baño, y dejó allí todo lo que tenía dentro, y fue buscando a tientas algo líquido que beber, algo que le quitase el sabor a cenicero de la boca. Solo encontró media cerveza caliente, pero decidió bebérsela de todos modos, lo que le valió un cuarto de hora más inclinado sobre el váter.

Entró a duras penas en la bañera y abrió el grifo, sintiendo primero el agua helada, y luego como iba ganando temperatura. Y mientras esto ocurría, miraba al techo intentando recordar que situaciones le habían llevado a este momento de desamparo moral y odio hacia si mismo.

Cerró el agua, pero aún se quedo largo rato disfrutando del sol que le calentaba la cara a través de la ventana de la ducha. Esas eran las pequeñas cosas que le gustaba disfrutar. Una tarde al sol. Un rato de compañía, algo de conversación. En realidad no buscaba mucho más, pero siempre acababa tirado, sabiendo que no había hecho ningún bien, y lo peor de todo, sintiéndose impotente hacia las cosas que le importaban.

Con estos pensamientos decidió volver a la cama, y que pasase lo que tuviera que pasar.

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