viernes, 15 de julio de 2011

Los olvidados.

Somos unos perdidos. La escoria de la sociedad. No nos quieren ni ver. Pero aún así, con todo eso a la espalda, somos bastante felices, porque somos los primeros, los pioneros en disfrutar de las cosas más pequeñas, los mejores desperdiciando un tiempo del que no disponemos.

Y eso les molesta, nos tienen envidia, porque no son capaces de pasar una noche lluviosa buscando estrellas fugaces en el cielo, porque atentamos contra la sensatez y no nos importa demasiado. Porque nos contradecimos a nosotros mismos. Ya les gustaría a ellos.

Y es que me niego a que me quiten lo que aún no tengo.


jueves, 14 de julio de 2011

domingo, 10 de julio de 2011

¿Yo no soy yo?


Leyendo antiguas entradas, he pasado la última hora. Tenía un esbozo de historia sobre chorizo, pero va a ser que no, al menos de momento. Me toca hablar sobre mi.

Yo antes era un tío..., como decirlo..., en algún modo combativo. No en el sentido estricto de la palabra, nunca me ha gustado pelear contra los demás. Era combativo contra mi mismo. Siempre estaba dándome de palos, siempre odiándome, para después reconciliarme y quererme un poco más. Y queriéndome mucho a mi mismo.

Ahora me he vuelto, quizás, conformista. Dámelo masticado, y así pasará mejor. Es horrible. Necesito resucitar. Puede que a esto me ayude pasar dos semanas sin amigos. Puede. Puede que no, pero también puede que si.

Me voy. El chorizo ya llegará, siempre hay un espacio para el chorizo.

sábado, 9 de julio de 2011

¡NO TE TOQUES!


¿Conocéis la sensación de pensar tanto en una palabra que al final pierde el sentido? Seguro que si, ese punto en que la unión de letras y sílabas llega a un absurdo en tu cabeza.

Pues a él le pasó algo similar, solo que cambió la palabra por su mano derecha. Evidentemente, para que una mano pierda su sentido hace falta pensarla con mucho más ahínco.

El caso es que por la razón que fuera, nuestro protagonista se tiró trece días observándose la mano derecha, solo parando para dormir. Se ve que se aburría bastante.

Y así, la tarde del décimotercer día, algo cambió en su cabeza, y es mano, su mano, que tanto tiempo le había acompañado, en la soledad y en la compañía, perdió su sentido, su razón de ser.

Su sola existencia le parecía aberrante, ese amasijo de carne y huesos, dispuestos de tal manera que conferían asombrosas habilidades..., ¡¡QUE ASCO!!

Seguía observando su zarpa, pero ahora con asco, como podía haber vivido tanto tiempo sin darse cuenta. Y sin darse cuenta, se había transformado en una especie de filósofo. Algo torpe, pero filósofo al fin de al cabo, ya que alguien que se tira trece días observándose la palma no puede ser encuadrado más que entre los filósofos.

Pero como era un hombre débil (y algo torpe), no fue capaz de sobrellevar la falta de sentido de su garra, y al décimoquinto día se dispuso a cortársela. Pensaba que el precioso muñón que le quedaría mientras limpiaba el cuchillo de sierra que le serviría para realizar la operación, pero no se percató de que él era filósofo y no médico, así que allí se quedó, apoyado sobre la encimera, con la mano a medio cortar, en su salsa.

jueves, 7 de julio de 2011

Jamás tortures a los avestruces.


Parecía un hombre normal, iba a trabajar, se duchaba todos los días, mantenía su casa en buen estado..., pero tenía una oscura afición. Él..., él..., leía..., ¡LEÍA LOS ARTÍCULOS DE LAS REVISTAS PORNO!

Esto era algo que definitívamente no tardaría mucho en salir a la luz. Era algo tan sucio que no se podía esconder eternamente.

A lo largo de los años, este hombre había adquirido unos conocimientos sobrenaturales en el campo de la pesca, y esto es lo que acabaría por delatarle. Cierto día, en el trabajo, durante el descanso para el almuerzo, mientras veían el noticiario, apareció en la pantalla un reportaje sobre la apertura de los cotos de pesca, y en ese momento, dijo algo tan sabio a la par que horrible que impidió a sus "compañeros/amigos" seguir ignorando lo evidente.

Irrumpieron en su casa casi por la fuerza, y allí lo encontraron, torres de revistas para adultos con las páginas dedicadas a artículos claramente mas desgastadas.

Lo llevaron a comisaría, y de allí a la cárcel psiquiátrica, donde intentaron reintegrarle usando los más modernos métodos, sin éxito. Siempre que caía en su mano uno de esos pecados de imprenta, no hacía más que leer los artículos.

Finalmente moriría solo, encerrado, y sin sus artículos. Y esta historia nos enseña algo, y es que si quieres leer, ¡NO COMPRES PORNO GILIPOLLAS!

miércoles, 6 de julio de 2011

El coleccionista de amigos.


Pasaba la mayor parte del día solo, pero no le importaba, pues era feliz en su casa, con sus cosas, pero a la vez, le atenazaba la sensación de ser antisocial, y por ello, se dedicaba a coleccionar amigos. Era algo así como un hobbie que le hacía sentirse mejor consigo mismo.

Lo hacía en cualquier situación, estuviera de viaje, comprando, o paseando al perro. Se comportaba de forma abierta con todo el mundo, era simpático, y luego trataba por todos los medios de no perder el contacto con esas personas, aunque resultase que no le caían bien.

Pero así era feliz.

martes, 5 de julio de 2011

El niño mosca.

El chico leía demasiados tebeos, y estaba algo ido de la olla, más para mal que para bien, y estaba obsesionado con conseguir poderes. Ante la imposibilidad de exponerse a materiales radioactivos, trazó un plan alternativo, y más barato.

Fue al Mercadona y se compro 10 botes de spray anti-mosquitos, y se dirigió de nuevo a casa. Allí se esforzó en respirar la mayor cantidad posible de el producto en cuestión, y murió.

La moraleja es: No leas imbécil.

lunes, 4 de julio de 2011

El mono vengador.


Los niños no callaban, y sus gritos eran horribles para los oídos de la gente que trataba de dormir.

Pero entonces llegó la mujer del acento argentino, y con tranquilidad y buenas palabras les hizo callar y consiguió que no rechistasen para irse a la cama. Todo parecía marchar bien.

Mas tamaña equivocación, pues entraron en escena dos hombres tratando de demostrar su dominio del mundo discutiendo a exacerbado volumen sobre fútbol u otro tema sin mayor importancia, volviendo a sobre-excitar a los jóvenes, que empezaron a llorar al ver sus tímpanos castigados ante tal despropósito de conversación.

La mujer del acento argentino trató de calmar a ambos bandos, pero los hombres que creen ser duros son mucho más difíciles de controlar, sobre todo si no dispones de un gran pene con el que hacerlos sentir inferiores, así que la situación se volvió insostenible, como insostenible es (desde el punto de vista de la lógica) lo que pasó a continuación.

Un mono tití a escala 20:1 y con sombrero apareció en el patio, y con sus dedos índice y anular metidos en los orificios nasales de los maromos desfiguró sus ya de por si no muy agraciadas caras. Luego les retiró el don de la palabra, y posteriormente se despidió cordialmente de la mujer de acento argentino y de los niños, ofreciéndoles a estos últimos un delicioso caramelo.