miércoles, 26 de octubre de 2011

¿Es que no te da vergüenza ser tan rubio?




Los dos paseantes (de profesión, se dedicaban a eso) estaban a punto de terminar su jornada laboral por un descampado cuando de repente algo apareció de entre los matojos. Algo tremendamente deslumbrante, de tan deslumbrante que era, resultaba doloroso, era tan deslumbrante que el mismísimo Dios (que estaba echando una siesta) se tuvo que poner unas gafas de sol.

El caso es que decidieron escapar, pues los paseantes profesionales saben bien que es mejor no meter las narices en donde no les llaman, pero esa cosa deslumbrante les seguía, y les iba ganando terreno. No es que fuera muy veloz, más bien que después de 20 años andando con parsimonia, a los paseantes se les había olvidado como se corría, y se iban tropezando todo el rato.

Sobra decir que al final les alcanzó, y cual fue su sorpresa cuando se pusieron las gafas de mirar eclipses (todos los paseantes tienen unas, es parte de su equipo básico), y descubrieron que era un niño, un niño tremendamente rubio, tan rubio que los perros pasaban de morderle, tan rubio que había que mirarlo con un cristal ahumado, tan rubio que lo matarías para ahorrarle el sufrimiento de vivir consigo mismo.

A los dos paseantes solo se les ocurrió una frase que decirle al pobre desgraciado: "Óyenos, ¿a ti es que no te da vergüenza ser tan rubio?". Entonces el niño, que como cualquier niño solo buscaba dar por saco, les arreo sendas patadas en los testículos y un tarrazo en el pecho a cada uno, no necesariamente en ese orden, y se marchó riendo mientras los dos paseantes se retorcían en el suelo desconcertados y doloridos.

martes, 25 de octubre de 2011

Los peatones suiccidas.


Empezaba a ser problemático. Las fuerzas especiales de limpieza de asfalto (FELA) no daban a basto. A todas horas, los muertos se apilaban junto a los moribundos en las cunetas. Y lo peor de todo, los chistes de Irene Villa habían dejado de tener gracia. El caso de los peatones suicidas se había salido de madre, y había que buscar una solución antes de que se extendiese por el resto del condado, y después la nación. Pero los políticos tenían la solución.

Avisaron al gobierno central, que era lo que hacían siempre que algo se les iba de las manos, y una vez el asunto estuvo en manos del gobierno central, estos la delegaron a otros gobiernos centrales europeos de mayor importancia, y estos a EEUU. Y EEUU, hasta los cojones de resolver los problemas de los europeos, tomó una rápida decisión. Borrar Europa del mapa.

Y así fue como, por culpa de unas personas españolas que no sabían cruzar la calle, Europa desapareció.

martes, 18 de octubre de 2011

¿De verdad...?


(...)

No tuvo tiempo de reaccionar, ni tan siquiera escuchó el sordo rumor de los disparos, cuando el frío acero atravesó su corazón. Y quedó tendido en el suelo, boqueando, buscando el aire para tratar de expresar lo que sentía.

Y de este modo, las balas de la cordialidad acabaron con su vida, y Gus escapó, temeroso de que pudieran alcanzarle a él también. Y sintió frío, y tan solo quiso, en los instantes previos a la muerte, que alguien le abrazase.

[PORQUE LA CORDIALIDAD ES LA MUERTE, EL FRÍO, EL OLVIDO. ES LA NADA. ES PREFERIBLE EL ODIO, PUES AL MENOS EXPRESA UN CALOR, UN SENTIMIENTO, ES ALGO. PORQUE LA CORDIALIDAD ES LA NEGACIÓN, Y LA NEGACIÓN ES LO PEOR QUE SE LE PUEDE DAR A UNA PERSONA].

martes, 11 de octubre de 2011

JODER.


-¡¡JODER QUE FRÍO!!- Dijo tras sacudirse la escarcha del sombrero. No se podía creer que la temperatura fuera tan baja, cuando el se había echo vaquero para no tener que abrigarse. Además, cuando miró al suelo, se dio cuenta de que no cabalgaba sobre secos páramos desolados, sino por un brillante césped que crujía bajo las pezuñas de Gustavo, Gus para los amigos. -No vuelvo a beber...-pensó, pues la noche anterior (aunque no estaba seguro de cuantas horas llevaba dormido sobre su caballo) se lo había pasado bien de cojones.

Juraba en arameo (idioma que no conocía) contra Gus, pues por lo que veía, lo había vuelto a llevar mientras dormía la borrachera a Galicia. Y Galicia no le gustaba...

Pero ya que estaba allí decidió ir a un restaurante que conocía en el que se comía de puta madre, así que después de orinar detrás de un árbol, emprendió el camino bajo una llovizna de lo más molesta.

Pero al llegar al lugar en el que se ubicaba la posada, oh, cruel destino, en nada se parecía el emplazamiento al que habitaba en los recónditos recuerdos de nuestro protagonista. Ahora se erigía un grandioso restaurante de cocina moderna post-industrial. El mundo se le calló a las ahora relucientes por la lluvia botas, y pensó en entrar allí y asesinarlos a todos, pero decidió en el último momento darle una oportunidad al sitio, ya que el hambre atenazaba sus entrañas. Y entró.

Pidió una fabada completa, pues no hay nada que sacie más el hambre y el frío que una buena fabada, y bebió vino a cascoporro mientras esperaba que se la trajeran. Pero cuando vio el plato, no le quedó duda. Iba a aniquilar a todo ser viviente en ese jodido restaurante. Tres alubias, un centímetro cúbico de chorizo y otro tanto de morcilla y tocino.

Se levantó y en 15 minutos había resuelto el asunto. Todos muertos. "Que se jodan", pensó, "por ratas". Se preparó un par de huevos fritos en esa cocina infestada de rumanos muertos, y se marchó junto a Gus dirección el oeste americano.

sábado, 8 de octubre de 2011

Dientes.



Gustavo tuvo la magnífica idea de lanzarlo al pilón, dormido y borracho como estaba, de modo que no se despertó hasta que estaba a punto de morir asfixiado. Este echo le despejó un poco, lo suficiente para echar la cabeza a un lado y vomitar. No recordaba nada de la noche anterior, el "wiskey" había ejercido aquella noche sobre el un efecto devastador. Devastador de devastar. Y entonces el bueno de Gus le lanzó un mordisco en pleno pezón derecho que le recordó que era el día del cepillado bimensual.

Y en contra de lo que os digan, amigos, a los caballos, regalados o no, siempre hay que mirarles los dientes, en primer lugar porque son mazo peligrosos, y en segundo lugar porque cogen una cantidad de mierda que te cagas.

jueves, 6 de octubre de 2011

Puedes ir pidiendo la baja, hijo de la gran puta.


Le habían puteado, le habían puteado, le habían puteado como nunca. Y eso no iba a quedar así. Lo que a priori debía ser algo fácil de sobrellevar, incluso agradable, se convirtió de la noche a la mañana en un infierno para el y para Gustavo, Gus para los amigos, que le gustase o no iba a ir con el.

Y así, mientras cabalgaba por los páramos tocando el bajo con una brizna de alguna hierba en la boca, camino a su horrible tarea, no podía sino pensar en el horrible futuro que le esperaba a su contratador. Pensaba en las magníficas acciones que emprendería el pistolero negro en su lugar, y su alegría se transformaba en erección para tornar mas tarde en ganas de cagar.

"Me han jodido bien", pensaba. Pero no iba a quedar así. Y de ese modo al llegar al pueblo, se fue al prostíbulo, y allí lo encontró. Y allí lo dejo, con el gaznate abierto. Ya había matado al malo, ahora podría ir a por la chica.


Y de este modo, he escrito mi entrada Nº 400.

martes, 4 de octubre de 2011

Si aún no han encendido el sol.



A las 6 de la mañana sonó la alarma, y juró hasta en hebreo, idioma que evidéntemente no conocía, y aún con los ojos cerrados se levantó y se calzó sus desgastadas botas de cuero. Empezó a buscar torpemente algo que comer, pero solo tenía cecina y tortas de maíz, de modo que, no sin refunfuñar un rato más para si mismo, se lo echó a la boca y se dispuso a ensillar su caballo, el cual también se hallaba profundamente dormido. Ningún animal está programado para empezar a trabajar antes de que amanezca, excepto, evidentemente, los nocturnos, que se aprovechan de este modo de la debilidad nocturna del resto de seres vivientes. El reloj biológico nos dicta que nos levantemos de día, porque, de noche, salta a la vista que no se ve.

Al poco rato (y seguía siendo de noche) ya estaba cabalgando por los desolados páramos del oeste americano, casi a oscuras, y entonces se dio cuenta de que era estúpido que la alarma le hubiera despertado, puesto que el despertador aún no había sido inventado, pero como seguía teniendo sueño dejó esos pensamientos tan profundos al considerar conveniente aparcar el tema para más tarde.

lunes, 3 de octubre de 2011

Atinando.


Un mal movimiento, y calló de su montura, con la mala suerte de que una de sus botas quedó enganchada a las bridas del caballo.

Saboreó durante largo rato la sequedad de la tierra del desierto, y lo que debía haber sido un placentero trámite se convirtió en todo un infierno de duras rocas y heces de ganado, ya que el desbocado corcel no parecía tener intención de ceder en su carrera.

Cuando al fin Gustavo, Gus para los amigos, se detuvo, agotado, casi no tuvo tiempo para desatarse y levantarse, hecho trizas, y andar un par de metros hasta desplomarse ante la puerta del Saloon.

Ya tan solo esperaba que allí le trataran bien.

domingo, 2 de octubre de 2011

Cernícalo.


Fue a subirse al caballo, pero como iba borracho, dio de bruces contra el duro suelo. A la segunda, tuvo más suerte, y consiguió mantener el equilibrio allí arriba. Entonces se dio cuenta de que llevaba media hora tratando de subirse al filete que había comprado para cenar. Esto no pasaría si pudiera fumar dentro del local, pero las leyes también llegan al lejano oeste. Así que se guardó el suculento y lleno de tierra trozo de carne en el bolsillo y echó a andar, pues no se acordaba de donde tenía el caballo, y de cualquier modo no se encontraba en condiciones de conducir.