Tiritiritiritiritiri, ¡pumpum!

1. Huyendo de las responsabilidades morales. Huyendo del remordimiento y los sudores fríos que acaecen al pensar en lo que podría haber sido. Pero como siempre callado.

2. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Y la piedra impacto de lleno en la cabeza, dejándola convertida en una masa difícilmente reconocible.

3. Solo espera.

El ombligo feliz.

Había una vez un ombligo feliz. Y eso que no era un ombligo que debiera ser feliz.

Pongamos algún ejemplo de ombligo feliz. Y esto son simplemente conjeturas, porque nunca he conseguido que un ombligo me hable, son muy celosos con sus pensamientos. Pero así a bote pronto, un ombligo feliz sería por ejemplo, el de Shakira, el de tu barba, y en general esos ombligos bonitos, agradables a la vista.

Pero este ombligo era de un chaval gordo y sucio. Y diréis, ¿por que era feliz ese ombligo? Muy fácil. Tenía una afición, y una meta en la vida.

Empezaremos con la afición, para no desmontar el final de la historia. Este ombligo dedicaba cada minuto de su existencia a coleccionar mierda. Mierda que guardaba en su interior en forma de bolitas, que escondía en los más recónditos pliegues para que el chaval gordo y sucio no pudiese encontrarlas.

Y su meta, su meta era un poco menos agradable. Consistía en destruir a su portador. Y si, lo consiguió. Como, os preguntaréis. Muy fácil. Con su hobbie. Después de años guardando mierda en bolitas, causó una infección al chaval gordo y sucio, que se extendió rápidamente y le mató.

Fue un ombligo feliz.

Eso.

¿No os ocurre que en algunos momentos, lo único que quieres/necesitas es que alguien te diga que no eres una persona horrible?

Porque el punto de vista que tienes desde dentro de tu misma cabeza, no es el mismo que el que tienen las otras personas.

Y quieres/necesitas saberlo.

Muerte, o no.

Echaba de menos esta sensación de placentera muerte. Hallarte hasta las trancas de analgésicos, no sentir nada físicamente, y mentalmente estar tan agotado, que podría considerársete una especie de zombie, zombie, eh, eh, eh.

En el fondo creo que si pienso. En estos momentos, probablemente, sea cuando realmente me cuestiono mi vida, y tomo las decisiones. Llevaba mucho tiempo sin sentirme así.

Debería beber menos, pero va a ser que no.

Como una tortuga con auriculares.

Entonces soy fuerte. Nada me hiere. Me siento al mismo nivel que la gente, o incluso un poco superior. Yo elijo el ritmo de mi vida. De mis pasos. Pensad lo que queráis, pequeños bastardos. Tengo confianza. Hasta que se acaba la música.

Sin música soy débil. Muy débil. Me siento inseguro. No me gusta escuchar lo que la gente dice por la calle. Prefiero imaginarlo. Imaginar que todas esas personas son buenas. La música me hace libre. Si no tuviese mis auriculares en la calle, altavoces en casa, mi vida se derrumbaría. La música me levanta.

Bares en los que la música tiende a coincidir con la propia. Porque la ajena no causa el mismo efecto. Puede llegar a causarlo, pero solo cuando se convierte en propia.

Y ya está.

Paloma zombie.

Había una vez, una paloma. Una paloma normal, es decir, todo lo normal que puede ser una paloma, pues ya sabéis que las palomas son las ratas del cielo. Con sus ojos inyectados en sangre, su piar (si se le puede llamar así) casi gutural..., un pájaro asqueroso, en cualquier caso.

El caso es este plumífero en particular ya estaba algo loco/a (no se distinguir entre palomo y paloma, que pasa, listos) de por si, y se dedicaba a tratar de colisionar contra las cabezas de los viandantes, y tal. Y cierto día, como por acción divina, fue a estamparse contra una carnicería al aire libre (muy poco higiénico todo), tragando sin querer un pedacito de ternera en mal estado.

La paloma, acojonada ante la visión del carnicero cuchillo en ristre, salió cagándose sobre la mercancía, que fue pertinentemente retirada del mercado, no sin quejas del comerciante, y el pajarraco infernal se fue a buscar nuevos objetivos.

Pero avanzada la tarde, empezó a sentir unos calores, el animal, a sentirse muy mal, a esputar por la nariz, se le licuo el cerebro, se descompuso, perdiendo gran cantidad de líquido..., etc. En una sola tarde perdió 12 kilos, y tendiendo en cuenta que el bicho no pesaría mas de 3 en principio, es bastante decir.

Bueno, al grano, que se convirtió en zombie.

FIN.

Gente buena.

Hoy, he cambiado mi lugar de lectura en la facultad. El paso de los días ha obligado a buscar una sombra. El sol, conforme se acercaba el verano, se había echo insoportable. Ahora, el "patio andaluz" es mi morada.

Y estando allí, he pensado en la poca gente buena que hay. O al menos que yo haya tenido la suerte de encontrarme. Con esto no quiero decir que los demás sean malos, porque no. Aunque los hay, pero la mayoría, en mi opinión, serían algo así como psá. Y yo mismo me incluyo entre psá.

De todos modos me considero afortunado de conocer a algunos de los que considero buenos. Algunos conocidos hace poco, otros hace más, y otros hace mucho. Con una mano me sobraría para contarlos. Y puede que me equivoque, pero estas personas son a las que más aprecio. Aunque debería demostrárselo más a menudo, si cabe. Ya sabéis que es algo que me cuesta.

Y ya está. Para los buenos lo mejor, para los malos sangrado urinario, y para los psá, psá.

FOBIAS

Algunos tienen miedo a los perros, otros a las arañas, a los payasos, a ser asesinados en plena noche. Todo el mundo tiene fobias. Y aunque yo mismo no de muy buen ejemplo, hay que hacer lo posible por respetar eso, y molestar con esos temas tan delicados lo justo y nada más. Ya que son miedos irracionales a ciertas cosas muy difíciles de superar.

Viene esto a que tengo mis propias fobias, las cuales no voy a nombrar, pero si voy a decir que me impiden expresar mis sentimientos con la facilidad que otras personas lo hacen (cara a cara). No soy capaz. Intento mentalizarme pero me resulta prácticamente imposible, y, aunque intento solucionarlo, cada vez que me encuentro en una situación clave me muero por dentro.

Y mi pecho va a explotar.

Levitando sobre el suelo.

Viajar. Viajar es siempre agradable, rompes la rutina, te sientes bien. Es, además, en los días anteriores, algo que esperar, y en los posteriores, algo que recordar.

En esta ocasión solo le pongo un "pero", y es lo mucho que me duele casi todo el cuerpo. Pero me da igual, estoy feliz, tremebundamente feliz. Ojalá esta racha dure mucho tiempo.

Nos vemos colegas.

Mazazos.

Golpear con fuerza el teclado porque no puedes expresar lo que sientes. Y borrar ese amasijo de letras que durante unos instantes te han definido.

Has estado demasiado tiempo dormido como para justamente ahora despertar, de repente, y ser todo lo que deberías haber sido en otro momento. No se puede. Pero fuera todos gritan, todos juegan, hacen que desee salir, pero no. No puede ser. No de momento. Dadme unas horas, prometo intentarlo.

Molestar.

Podéis pensar lo que queráis, pero ir siempre a la contra y no llevarte una ostia es difícil. Por eso no voy siempre a la contra.

Me gusta estorbar, pero desde una distancia prudencial, que me de tiempo a salir corriendo si las cosas se complican.

Parece que no os dais cuenta de lo bonito que es molestar a la gente. Pero a determinada gente, y con determinados objetivos. Molestar por molestar está bien, pero a veces molestas un poco por hacer reír, o molestas para joder directamente, y más cosas.

Pero ya no tengo mas ganas de escribir hoy.

En la bici.

Hay veces en que, tantas cosas tienes que decir, tantas emociones pasan por tu cabeza, que se pisan unas a otras hasta matarse. Sangre.

Que a gusto me he quedado.

El caso es que, hace falta un momento tranquilo de reflexión para asimilar las cosas. Para mi, hoy, ha sido el trayecto en bici del ensayo a casa. Me ha serenado. No puedo estar triste, ni enfadado, porque me hallo colmado de grandes parabienes. Un tropezón no me va a hacer atragantarme.

Me encanta ir en bici por la vega de Granada. Es una sensación acojonantemente bella.

Tímido hasta la cobardía.

Soy tímido hasta la cobardía. Siempre lo he sido. Bueno, en los últimos tiempos, podríais decir, coño, Omar, no eres tímido, eres imbécil. Que también.

Lo que pasa es que ahora soy tímido en otro contexto. Si antes me costaba relacionarme con cualquier persona, de unos años hacia ahora, eso lo he superado. Pero sigo teniendo un miedo mortal a contarle a la gente lo que siento. Y más aún si están implicados/as.

Creo que solo lo he hecho con una, o en el mejor de los casos dos personas.

Por eso nunca actúo, aunque valla en mi propio detrimento, y me joda a mi mismo la vida. Supongo que tengo que aprender poco a poco, al menos he mejorado algo desde la infancia.

A cada segundo.

Necesito tener algo en el futuro cercano que esperar. Algo que me incite a seguir adelante. Si no, me estancaría. Son pequeñas metas. Porque mi fuerza de voluntad a largo plazo, digamos que es algo más que débil.

Así, aún esperando cosas que pasarán en un par de semanas (cosas que deseo fervientemente que lleguen), también necesito un horizonte a cercanas horas, o minutos, que me haga decir: "Coño, levanta, mira el mundo, adelante".

Y últimamente me suelo levantar tremebundamente feliz.

Con cariño.

Y es posible que, a la hora de la verdad, después de tanto tiempo, ya no quede nadie más para escucharte.

Para mi, integrar el pasado en el presente es necesario para ser feliz, lo cual no quiere decir que quiera revivirlo. Aceptarlo.

¿Nos llegó el verano?

Es la típica noche fresca de verano. La brisa corre de forma agradable, sin llegar a causar frío.

Pero no puedo dormir. Algo de buena música, quizás los Rolling. Muchas cosas han pasado en los últimos tiempos.

Recobrar el bolígrafo, pues es tarde y no quiero hacer ruido, que me ayuda a fluir lentamente.

Desde que entré en física, a causa de nunca escribir palabras completas, casi había olvidado mi letra.

Hay una cierta opresión en mi pecho, y no estoy seguro si es miedo, o simplemente la emoción hacia el futuro.

Pero ahora mismo, todo es apacible. Algún perro ladra, y otro más cercano le responde.

Me gusta esta quietud dinámica, el tiempo pasa perezosamente, me deja disfrutar de él.

Echaba de menos mi boli.

El día ha sido largo, ajetreado, tumultoso, y mis manos dan testimonio de ello, con varios cortes en los dedos. La razón de estos poco importa ahora.

Estos momentos me hacen feliz. Me serenan.

Paz, violencia, amor, odio, me encantan los sentimientos, tienen algo extraño, no los entiendo.

El contraste, el paso veloz de unos a otros. Todo se mueve, y no soy capaz de seguir su ritmo, así que me siento, como siempre, y observo, fascinado, como las acciones se van sucediendo.

Esto probablemente sea una "declaración de principios", no lo se.

Pero es posible que ahora si sea capaz de dormir.

Ya puedo masticar tranquilo.

Sabéis esa herida en la boca, no como todos decís, en el paladar, no, esa que os habéis hecho vosotros mismos hurgando, y que vas mordiendo más y más, que no puedes parar. Y te haces daño. Y se hincha. Y ya se vuelve insoportable. Te la muerdes sin querer. Duele, escuece. Pero tu sigues hurgando, porque eres imbécil.

Pues yo ayer, decidí no hurgar más. O no. Creo que no es eso exactamente. Ayer dejó, por fin de molestarme. La hinchazón se va. Y te sientes bien. Libre. No actuas con miedo a cada mordisco. Eso es felicidad. Volver a la juventud.

Solo diré una cosa más, celebrando tanto mi libertad espiritual como mi renovada juventud:

TETAS.

Ver a mi hermano sobándose los huevos no es una situación cómoda.

Hace ya tiempo que me siento bastante desconectado de la juventud. No estoy diciendo que yo sea maduro, mayor, o lo que sea, no, no me malinterpretéis, no es que me crea mejor ni peor, solo diferente. Es como si no tuviese, del verbo tener, los mismos intereses que la mayoría de ellos.

Los momentos de mayor desconcierto para mi, y que conste que son cosas que ya he hecho, así que aceptaré vuestros insultos con los brazos abiertos, son cuando veo a esos chavales compitiendo para ver quien bebe más y más rápido. Digamos que a estas alturas eso me parece una gilipollez.

Efectivamente bebo mucho, pero llegado a mi estado actual, hace ya algún tiempo que dejo de parecerme algo de lo que sentirme orgulloso.

Hago un paréntesis. Mi hermano no deja de entrar desnudo en la habitación corriendo, gritando, y adoptando poses neuróticas totalmente antieróticas.

Bueno, sigo. Como iba diciendo, no me parece ya algo de lo que sentirse orgulloso. Efectivamente resulta casi estúpido que yo lo diga, debido a que bebo bastante. Pero no estoy contento con ello. Ya no, aunque no quiere decir que lo valla a dejar. Intento controlarme, fallo bastante a menudo, mas resulta imposible para mi no buscar refugio en los bares cuando me siento tan sumido en mi mierda como en los últimos tiempos.

Os dejo. Salud.

Nada.

Despertar, y no ver nada. No desesperar, darte tiempo para acostumbrarte a la oscuridad. Cuan grande puede ser la estupidez humana, no hay mayor oscuridad que la de los ojos cerrados.

Al tiempo, empiezas a ponerte nervioso. No saber lo que te rodea, no poder protegerte de los golpes que vendrán. No poder protegerles de los golpes que vendrán. Vivir del recuerdo de las imágenes que un día viste.

Buscas algo, un rescollo, una luz al final del túnel, pero no hay nada. Nada que te sirva de punto de apoyo, solo piedras en las que tropezar.

Tropezar sin ver hasta volverte loco.

Una jirafa tela de guay.

Terror a mi propia verdad.

* * *

Hola, soy una jirafa. Pero no una jirafa normal, soy... UNA JIRAFA CON IMSOMNIO. Lo cual es un royo. Y pensaréis, como para todos, jirafa estúpida. Pero no, porque vosotros al menos os podéis tumbar, y algo descansaréis, pero yo no puedo hacer eso, porque a las jirafas nos cuesta mucho trabajo levantarnos.

Os contaré cosas sobre mi. Como por ejemplo que tengo dos corazones, porque si no no me llegaría la sangre a la cabeza. Por el cuello, ya sabéis. Oh, el cuello. Coñazo de cuello. Vosotros, humanos, patéticos humanos, os quejáis de dolor de cuello. Pero imaginaos yo, cuando me duele el cuello, si me quiero echar crema o algo la tengo que comprar al por mayor.

Pero bueno, ya basta de hablar sobre mi. Habladme sobre vosotros, humanos patéticos. ¿No? Pues ya está. Voy a buscar mis gafas de sol y a cantarme un bluesecito.

Os diría alguna otra cosa, pero se me quitaron las ganas.

Veamos. Sigo el fútbol. Creo que he visto todos los "clásicos". Es más, declaro que siento simpatía por uno de los dos clubes. Aunque para vosotros, siempre será al contrario de vuestra opinión. Tenía que decirlo. Me gusta ver el balonpié.

Recomendación musical para la entrada de ayer: "Miedo y asco en Valencia", by "Los chicos del maíz".

Una mierda como un piano.

Probablemente sea de izquierdas por la influencia de mis padres. Yo iba para seguidor de PP. Y diréis, Omar, porque, si tu eres rojo, como la regla de nuestras hermanas (porque yo no tengo). La razón es, que siendo yo un chaval de jardín de infancia, regularmente venía un camión con la melodía del PP, y con sus afamadas gaviotas, y nos tiraba caramelos a través de la verja. Y eso, aunque no me gusten los caramelos, me hacía pensar que eran el partido guay, el partido que daba caramelos.

Aquí entran mis "papis". Ellos me dijeron que "el partido popular quiere quitar las vacaciones a las mamás".

Digamos..., argumento estúpido. Pero yo tenía 5 años, y mi mami era mi líder espiritual. Y que le quiten las vacaciones a tu líder espiritual no es bonito.

Digamos que aquí me hice de izquierdas. Y cogiendo informaciones de aquí y de allí, me fui concienciando de que IU es un buen partido. Son guáis.

Pero de poco tiempo hasta aquí he perdido la poca convicción política que me quedaba. La democracia española es una mierda. Es puro bipartidismo. No pienso votar. Mierda todos. Es mentira.

Diría mas cosas, pero llevo tal mierda que no me cuadro en el asiento, así que mejor os dejo.

Salud y rock´n´roll.

Huele a soledad.

Supusisteis que yo, como la mayoría de vosotros, querría que mi nombre fuese recordado por haber hecho grandes cosas en mi vida. Pero os equivocabais de nuevo. No me interesa eso.

Hacer grandes cosas habitualmente conlleva un gran esfuerzo. Me gusta vivir la vida al día, tranquilamente, y disfrutando tanto del sol como de la lluvia. En este momento, aunque esté pensando en ello, no tengo un real interés en ser recordado. Me importa mas bien poco. Si me tuviesen que recordar por algo, desearía que fuera por ser una compañía agradable, y justamente eso, creo que no lo consigo.

Me resulta ampliamente doloroso estar solo, pues en ese estado mis miedos afloran. Esa opresión en el pecho que te pone de mal humor. No me importa no hacer nada, solo respirar, pero respirar con alguien. Odio el vacío.

No me recordéis cuando muera. Recordadme ahora. Dejadme que disfrute de este presente puto en compañía.

Dale la vuelta.

Que felicidad. Que poco aburrimiento. Que confianza en la raza humana. Que bien.