jueves, 29 de diciembre de 2011

Sordo.


La nariz congelada, las manos entumecidas por el frío. Se agolpan las sensaciones, y entonces esa voz llega a tus oídos.

Ese acento, esa musicalidad, ese tono.

El corazón se vuelca, te jugarías la vida por que esas palabras fueran para ti. Pero no.

Tú estás muerto para ellas, sabes que no se repetirá, y que la lucha es ya, inútil.

Esa canción, ese paseo, esos recuerdos...

-SORDO-

jueves, 22 de diciembre de 2011

Ginevra Weasley Prewett (& The Ox)


Es un concepto, es fuerte, y a la vez delicada, y te puedes aferrar a ella, porque te protegerá de lo malo que venga, y no te dejará en la estacada. Es talentosa, y puede ser terrible, pero no lo es.

Es Ginny.


The Ox, el buey. Ese animal enorme, enorme.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

No pretensions...


Seguía adorando a esos héroes, héroes que no lo son, héroes que siguen sin pretender serlo. Esos héroes que tan solo sobreviven al día a día a su manera, y que no encabezaran ninguna revolución, que nunca llenarán los titulares de los periódicos, que avanzan impasibles al peso de este mundo, que tienen problemas, que cagan y mean, a veces en público, y que las buenas madres no quieren que sirvan de ejemplo para sus hijos destinados a ser grandes estrellas.

Esa "gente normal" que tuvo sueños, que pueden llegar a ser obscenos pero no se avergüenzan de ello, que tuvo que afrontar el echo de que nunca serían lo que se esperaba de ellos, que no dieron la talla, que esquivan el tráfico, y andan sin prisa, tan solo esperando algo, algo que les haga seguir adelante.

No, no queremos ser como ellos, queremos ser ricos, queremos estar rodeados de lujos y de mujeres que nos adoren, nadie quiere vivir en la sombra. Pero esta gente, estos héroes, han aprendido a vivir de las pequeñas cosas, a esconderse cuando los malos momentos llegan para sobrevivir, para seguir adelante, de la forma que sea, pero viviendo a su manera.

Esos héroes a los que seguía adorando, aún a sabiendas de que nunca llegaría a ser como ellos.

martes, 13 de diciembre de 2011

Avante toda!


Nunca le había gustado afrontar las cosas, y por tanto nunca lo había echo, siempre había encontrado la manera de escapar por la puerta de atrás y dejar el tiempo correr. Ahora no sabía hacerlo. Seguía sin, en la mayoría de las ocasiones, querer, pero, en el momento en que se dio cuenta de que necesita hacer algo, simplemente no supo, y ante la falta de práctica al montar en monopatín, se calló. Como una piedra.

Y, pasados los meses, y "curada" su herida, pues hay heridas que no curan, aún no estaba preparado para, siquiera, mirar a esa tabla de skate que representó sus sueños durante aquel tiempo.

Y eso que nunca me ha gustado tanto hacer skate.

domingo, 11 de diciembre de 2011

I was not ready yet.


Y buceó tanto, hasta tan hondo, y con tantas ganas, que no le quedó aire para salir, y murió.

jueves, 8 de diciembre de 2011

All is empty.


Cuatro horas y dos botellas de vodka después, llegó a su destino, aunque la verdad es que no se encontraba en condiciones de decir nada, y menos algo de esa magnitud, de modo que se sentó a la sombra de un árbol, o lo que el pensaba que era un árbol, pues desprendía una extraña luz que no le dejaba pensar con claridad.

Al cabo de un rato, algo más tranquilo, y sin sudar, se levantó, y para su sorpresa, se mantuvo en pié…-Voy a cagarla-se dijo, pero no se dejó achantar por esa estúpida voz que siempre le decía que hacer, y que solía llevar razón, la muy perra. De modo que llamó al timbre. Cuando sonó, no supo que decir, de modo que se agachó. Solo quería hablar, no que aquel portero automático le mirara inquisitivamente, juzgando cada una de sus palabras. Dijo muchas cosas, tantas que no recuerda, tantas que de nada sirvieron, y se torpezó, y calló al suelo, y finalmente le dejaron entrar.

Le sirvieron algo, algo caliente, algo sin hielo, algo a lo que no estaba acostumbrado, pero que le sentó bien y que le aclaró las ideas, así que escribió una carta, una carta enfrente de quien sería el destinatario, pues le resultaba mucho más fácil expresar todo aquello que tenía en la cabeza por escrito. Cuando la acabó, sintió miedo de entregarla, pero aún así lo hizo.

No sirvió para nada, pero arrancó una sonrisa, una sonrisa escondida, la sonrisa que necesitaba para volver a casa, la sonrisa que le golpeaba cada vez que la miraba, la sonrisa que era el perfecto sustituto de aquellas botellas que le quemaban por dentro y que le hacían cagar sangre, la sonrisa que le haría aguantar hasta la próxima vez que fuera capaz de llegar hasta aquel punto alejado de la mano de dios, aquel punto que se alejaba cada vez que el intentaba acercarse.

Se marchó feliz, no sabe donde durmió, no sabe donde despertó, que demonios, ni siquiera sabe si durmió…, pero durante unos minutos fue tan feliz, que…, feliz.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Mi nombre no es Joe.



Se levantó, y trató de averiguar a que día de la semana se encontraba. No pudo, pues su calendario quedó desactualizado cuatro o cinco años atrás, y al no recordar cuantos años bisiestos habían pasado desde entonces, no pudo ubicar el día trece de diciembre en la semana. De modo que se levantó.

Trazó su ruta habitual, visitó brevemente el baño, más por costumbre que por otra cosa, ya que sabía de antemano que no iba a ser capaz de defecar hasta que pasasen al menos dos o tres horas más. -"Maldito intestino grueso."- Pensó para si mismo. Tras esa parada, en la que jugó un nefasto partido de "Fifa 010" en su maltrecha "Nintendo DS", fue hacia la cocina, donde desayunó-almorzó un ibuprofeno, un desenfriol y un trago de vodka, pues notaba que empezaba a pensar, y eso no era bueno, no lo era.

Descansó un poco mientras su ingenioso cocktail hacía efecto, tiempo que aprovechó para pensar en lo maravillosa que era la palabra cocktail, literalmente traducida, polla-rabo, pero su cábala quedó a medias, pues sintió la llamada de la naturaleza de entre sus tripas. Se felicitó a si mismo, pues casi llegó al baño antes de derramar las primeras gotas de su descompuesta deposición sobre el ligeramente amarillento mármol del servicio.

Cuando salió de esa horrible habitación se sirvió otra copa, y se remangó los sucios bajos del pantalón del pijama, y se sentó a escribir, con cierta dificultad, sobre los acontecimientos últimos de su vida, pues esa era la fórmula que una vez, tiempo ha, funcionó para lograr pagar las facturas, y llevar algo de comida decente a casa.