Si no existieran relojes, el tiempo sería realmente relativo, y la vida sería completamente diferente. Podríamos dormir lo que nuestro cuerpo considerase necesario, pues nunca sería la hora de levantarnos, esa hora la marcaríamos nosotros, y siempre llegaríamos a tiempo al trabajo, donde trabajaríamos lo necesario, sin horarios restrictivos. Nunca tendríamos prisas, y nunca perderíamos el autobús, pues este no tendría unos horarios fijos, sino los que el conductor en su sabiduría considerase oportunos. Viviríamos con el ciclo noche-día, y no con el ciclo marcado por las horas, por lo que ahorraríamos energía eléctrica, y los inviernos serían menos duros, pues tendríamos menos tiempo dedicado a la actividad y más al sueño, como es natural.
Y sobre todo, y si tu quisieras, podría hablar contigo sin preocuparme del tiempo, y recrearme en lo magnífico que es todo lo que me cuentas.
Pero no, todo esto es utópico.
Desde el principio hasta el maldito final.
Y no tardaría en desmoronarse, como todas la utopías.
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